03 mayo 2011

MI CLÁSICO


Por Cristopher Antúnez S.


Este clásico, a priori, se parecía mucho a los últimos que ha enfrentado la “U”. Es decir, un Colo-Colo con problemas, mal en la tabla, y en el papel, con menos chance a la hora del partido.

Esta situación presentaba dos posiciones. Una negativa, porque presionaba a varios jugadores de este plantel que se cansaron de perder clásicos. La otra positiva, pues era una muy buena oportunidad para terminar con los 3 años de sequía (qué majaderos los medios con el temita este).

Me levanté muy temprano luego de una noche inquieta coherente con todas las previas a un partido tan importante donde no sólo se juegan 3 puntos, se juega el honor de la camiseta azul y la alegría de la gente y estamos más que contestes que ambas han sido mancilladas en varios de los últimos clásicos.

Llegué al estadio faltando 2 horas para el pitazo inicial. Según mis innumerables cábalas y asociación de situaciones, esto se veía bien por: a) El último clásico lo ganamos un sábado. B) El último clásico lo había arbitrado Osses. C) El que marcó esa vez fue el centrodelantero que usaba la 8, igual que Gabriel Vargas, el elegido para romper la red alba.

Sin embargo estas situaciones positivas comenzaron a contrarrestarse: Paty Aguilar, directora de la Magia Azul se encontraba en la caseta de transmisión. A ver, a ver, a ver…pienso, pienso y pienso..Sí! La última vez que la Paty estuvo en una transmisión fue en agosto de 2010, partido semifinal contra Chivas. FAIL 1.

También en la caseta visualicé a Claudio Valenzuela (El otrora reportero de la Magia en los 90), hoy gran relator, quién se acerca y me dice: “Necesito que hagas camarín de la “U” ¿En serio, Claudio? -Si huevón-me dice firmemente. Comienzo a nadar sobre mi memoria y me encuentro con la desagradable coincidencia: La última vez que hice camarín fue: Semifinal de Copa Libertadores. FAIL 2.

Llego al camarín y me encuentro con una formación azul que no me esperaba, Acevedo y Seymour no estaba en mis pronósticos. Pasa un grande por mi lado (Juanito Fuentes) y le pido una nota cuando salga al aire. De nuevo prende la alerta memorial….Aquella vez del partido con Chivas..saqué al aire a Juan Fuentes. FAIL 3.

El coordinador de la “U” entrega la alineación y todos los reporteros radiales la leen a viva voz. Me dan el pase y nadie me escucha, falla el micrófono, no, es la conexión. Me desespero, camino, puteo, comienzo a echar afuera todo el nerviosismo de una semana de clásico.

Viene el técnico para arreglar el micrófono, pasa la hora y la Magia es la única radio que no tiene formación. Úlcera mode On…me llaman a mi celular, alcanzo a decir: “…defensor por izquierda, el capitán, PEEEEEEPEEEE RO…” y el maldito celular queda sin pila. No puedo creer tanta mala suerte y subo por las escaleras hasta llegar a la famosa caseta 14. No me pregunten como subí, cuanto oxígeno tuve que consumir después de esa mini hazaña, pero la cuestión es que por fin pude dar la formación del equipo: Herrera, Acevedo, Abarca, Rojas, Seymour, Aránguiz, Mena, Marino, E.Vargas, Canales, Puch.

Considerando que estaba el relator, 2 comentaristas y la directora, pedí permiso para ausentarme de esta gran transmisión y decidí vivirlo como uno más de ustedes. No fui a galería, pero estuve en marquesina y pude empaparme del ambiente azul y volví a sentir luego de muchos partidos lo que es putear un árbitro, sufrir un gol del contrario y por cierto gozar como niño chico lo que fue este triunfo.

Me senté al lado de mi amigo Cristian Caamaño e intercambiamos muchas opiniones del partido, bien hasta el gol de Colo Colo. Un error de la defensa, lo aprovecha el tipo más indeseable de ese equipo, hace el gesto de la L y los hinchas no reclaman, no silban ni tampoco cantan, hay que ser sinceros, ese gol fue un puñal profundo a la esperanza azul, a las ganas de por fin terminar con la hegemonía alba, a los deseos de ganarle a un técnico rival canchero.

Estábamos muertos, sí, más que Ataúd Gazale…sí, mucho más.

Entra el 7 y de alguna forma verlo alentar a sus compañeros, sus brazos hacía adelante, interpretamos que les decía: “Vaaamoss, hay que ganarlo”.

Llega el penal (Sea justo o injusto, alguna vez que le toque al pueblo cómo decía un amigo mío). Se pone Canales al frente y tengo confianza, su frialdad le permite asumir esa responsabilidad y convertir en definitiva un 1-1 sinónimo de: No ganamos, pero tampoco nos pudieron ganar (por fin).

Diego Rivarola no estaba de acuerdo con mi presunción, quería más, se le veía ganoso y convencido que algo podía entregar en uno de sus últimos clásicos.

Lanzamiento al vacío de Pepe Rojas, gana el balón Eduardo Vargas y mete un centro.. Acá, todo fue cómo en cámara lenta y me traslado mentalmente a ese momento y lo recuerdo perfecto: Se eleva Diego y con un cabezazo muy técnico vence la estirada inútil de “La Muralla” Castillo (?). Diego corre, busca su gente, esta vez el sector norte es azul y todos los hinchas que ilusamente pensaban que tener una entrada para ese lugar era mala suerte, recibieron el premio mayor, porque estar en ese lugar ya me lo hubiera querido yo o cualquier hincha azul.

En mi sector había una locura colectiva, se me olvidó contar que en el minuto 33 me paré del asiento (pensé que Caamaño era mufa) y me senté solo en la escalera. Desde ese lugar pude ver hombres adultos llorando, mujeres gritando, niños saltando y todos los hinchas azules protagonistas de una película que parecía de ficción considerando lo perfecta que era. Repasemos: minuto 40 se empata un clásico y 4 minutos después, el ídolo marca el gol del triunfo.

Y saben lo más lindo? No era una película de Spielberg, era la realidad, una realidad dulce y muy azul.

Terminado el encuentro bajé al camarín azul. Sentía la necesidad de darle las gracias a “Gokú”, no me importaba la dura visión que ordena que los periodistas, estudiantes de periodismo y en general las personas que trabajan en medios no pueden bajo ningún punto de vista comportarse como hinchas. De todos modos, me ubiqué fuera del sector de prensa y me aposté por ahí cerca de los familiares.

Después de largos minutos apareció Rivarola, no se cansó de atender a todos los medios y de saludar a múltiples amigos. Se veía feliz, exultante y tenía porque, así que apenas pasó lo llamé, me reconoció y le di un abrazo de esos de año nuevo, le dije lo primero que se me vino a la mente: Gracias. Diego me la cobró: “Te dije boludo que si jugaba la “U” no perdía”.

Y tenía razón Rivarola, me lo dijo hace una semana y por culpa de mi incredulidad andante sólo atiné a escucharlo.

De hoy en más te creeré siempre Diego Gabriel Rivarola Popoun.

1 comentario:

  1. Wenísimo el relato! Me revivió los momentos del clásico

    Saludos

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